3.2 LA ASOCIACION DE ARTISTAS VASCOS (A.A.V.)
En realidad, no se podría entender el surgimiento de la Asociación de Artistas Vascos sin la puesta en escena en los primeros años de siglo de las seis Exposiciones de Arte Moderno (E.A.M.) que tuvieron lugar en la capital vizcaína.
A partir de 1900, comenzaron a celebrarse periódicamente una serie de Exposiciones de Arte Moderno , un tipo de exposición regional, como alternativa a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes madrileñas. Desde el principio, su empeño en divulgar a los modernos creadores españoles y europeos en tierra española, situaron a Bilbao en ese emergente centro de vanguardia, pionero de las nuevas tendencias artísticas dentro del escenario español. Una tarea extraordinariamente difícil , pues el arte academicista continuaba dominando el gusto pictórico de la sociedad española y la sociedad bilbaína aun le costaba asimilar todas aquellas expresiones artísticas de signo renovador.
Por consiguiente, las E.A.M. supusieron un reto frente a las todopoderosas Exposiciones Nacionales de Bellas artes madrileñas, oponiendo un sentir de independencia del arte nuevo frente al reglamentado y encorsetado arte academicista. Ciertamente, la estancia de distintos artistas vascos en Paris junto a algunos conocidos artistas europeos de vanguardia a partir de las últimas décadas del siglo XIX trajo consigo que ellos mismos se convirtieran en los pioneros del arte moderno español. En palabras del pintor A. Guezala , los pintores impresionistas A. Guinea y A. Guiard fueron los primeros artistas que introdujeron en el ámbito español el denominado arte moderno .
No en vano, la familiaridad de trato de los creadores vascos con destacados artistas del panorama mundial, su cotidiano intercambio de inquietudes estéticas y su estrecho clima de comunicación impulsó el conocimiento y la asimilación de las primeras tendencias vanguardistas que surgieron en el ámbito europeo. Entre otros, la amistad de Regoyos con los creadores del neoimpresionismo, Paul Signac , T. Van Rysellberge, o bien del escultor Paco Durrio con el maestro del arte postimpresionista, Paul Gauguin, contribuyó a que algunas de sus pinturas y grabados fueran colgados en las salas de las Exposiciones de Arte Moderno bilbaínas. En todo caso, los fundadores de las E.A.M, Regoyos, Losada y Guiard trabajaron en colaboración con Durrio, Zuloaga y Uranga, quienes por entonces residían en el centro renovador por excelencia del arte mundial, Paris.
De igual modo, desde la primera Exposición de Arte Moderno (1900) los creadores vascos intentaron tender puentes también a otros artistas nacionales de signo renovador que se desenvolvían dentro del escenario español . En especial, su mirada se dirigió hacia los artistas catalanes , con quienes habían contrastado sus inquietudes pictóricas durante su estancia en Paris. Al principio, algunos de ellos acudieron a esta cita, S.Rusiñol, R.Pichot, R.Opisso, R.Casas etc, de manera puntual , pero a lo largo de los años venideros se mantuvo una discreta comunicación, al preferir los catalanes exhibir su obra por su propia cuenta, sin mostrar demasiadas intenciones de agruparse con los vascos, tal y como reconocía Regoyos: ” Yo también he trabajado por los catalanes de una manera desinteresada y ya habrá visto por la carta de Els 4 Gats, que todos ellos desean exponer solos.”
En cualquier caso, todavía quedaba por andar un largo trecho frente al sentimiento de indiferencia por parte de una sociedad burguesa bastante ajena a las corrientes pictóricas modernas , en la que apenas se contaba con la complicidad de un escaso número de coleccionistas particulares, galeristas y marchantes de la época. En consecuencia, tuvieron que acarrear unos duros comienzos en medio de un incómodo escenario que sobrellevaron ” con las espinas de la soledad o del aislamiento ” social .
De hecho, a raíz de la exposición de 1903, en la que Echevarria expuso su primeriza obra, el joven escritor vasco Ramiro de Maeztu sacaba a relucir el espíritu combativo y la animosidad frente a la marginalidad en que se movían por entonces los pintores y escultores en el País vasco:
“ Aquí hay artistas, verdaderos artistas, hoy por hoy, los más grandes de España. Pero no se nos quiere. Estamos haciendo ilustre el nombre de Vasconia por el mundo, y se nos paga con las espinas de la soledad, del aislamiento , de la soledad y de la indiferencia…Eso de que los artistas, los locos, los hombres poco prácticos nos hayamos abierto paso en otras tierras, hasta aquietarnos las simpatías y la admiración de los extraños, constituye un crimen que no se perdona, que no pueden perdonarnos las gentes condenadas al silencio exterior y al propio silencio de su espíritu mudo.
Tal vez debiéramos rebelarnos contra el ambiente y no lo hacemos , porque es el nuestro y no se puede discutir la patria, no se discute lo que se ama. Pero vascongados somos, y por vascongados, tercos ; y yo le juro a Ud. Sr. Morice que grande ha sido el renombre de nuestra tierra por sus soldados y marineros, grande es por sus negociantes e ingenieros, ¡ pero más grande y definitivo, quiera o no quiera, por sus pensadores, por sus poetas y por sus artistas!.”
Sin embargo, a partir de 1910, el panorama del arte vasco dio un giro sustancial tras la Sexta exposición de Arte Moderno celebrada en Bilbao, aprovechando la presencia mayoritaria de los jóvenes artistas vascos en los locales de la Sociedad Filarmónica. Después de siete años, Echevarria se animaba a colgar seis oleos , dos de los cuales, el retrato de “Pierre Paul Plan” y un paisaje de “Pampliega”, fueron presentados al año siguiente en el Salón de Otoño parisino (1911).
A propósito de esta exposición, el advenedizo crítico de arte Ricardo Gutiérrez Abascal, al que se le conocía con el seudónimo de Juan de la Encina, tras abandonar su carrera de ingeniería en la Universidad de Deusto para dedicarse a los negocios familiares, iniciaba su colaboración con el periódico “El Nervión”. En su primera crítica acerca de la pintura de Echevarria, a pesar de que fuera todavía un artista bastante desconocido en la capital bilbaína, le definía como un pintor completo: “En estos cuadros (él los estima, más bien como otra cosa, como estudios o ensayos para obras de mayor trascendencia); en estos cuadros que nos presenta yo veo un dibujante conciso, elegante y ceñido; un colorista profundo y un sicólogo, es decir, un artista completo”.
En esos dias, al hablar de sus propios cuadros, Echevarria se refería a ellos de manera modesta como “ensayos” o estudios, ya que pensaba que no llegaba a la categoría de obra ultimada.
Sin duda, mil novecientos diez supuso un año decisivo en el desenvolvimiento del arte moderno vasco, pues en esta fecha se producía un acontecimiento de gran resonancia que marcaría un antes y un después en el ámbito cultural vasco.
La presencia en Bilbao de un gran número de creadores vascos, con motivo de esta última exposición colectiva de arte moderno, trajo consigo distintas reuniones que les llevó a afrontar la necesidad de asociarse, ya que el aislamiento en el que se desenvolvían solo había conseguido perjudicar su proyección tanto en el ámbito artístico local como a nivel nacional.
De ahí que los creadores vascos tomasen la resolución de que solo la unión solidaria entre todos ellos podía conllevar cierta promoción dentro y fuera del País Vasco. En este escenario, el pintor Gustavo de Maeztu, hermano del escritor Ramiro de Maeztu, publicó un artículo en el periódico bilbaíno “El Liberal” (1910), alentando a la unión de los creadores vascos e invitándoles a que contemplasen todas las ventajas del hecho de asociarse: “Si los artistas vascos, músicos, escritores, arquitectos, escultores y pintores quieren ejercer en su pueblo una sana influencia, no tienen, a mi modo de ver, más que seguir ese buen camino, asociarse y fundar primeramente un centro de Bellas Artes……”
La respuesta no se hacía esperar y el día 1 de Noviembre de 1910, con el título “A los artistas en general”, eran convocados por la prensa todos los músicos, escritores, arquitectos, pintores y escultores a una reunión en el taller del escultor Quintín de la Torre a fin de constituir el Círculo de Bellas Artes de Bilbao. En medio de este eufórico ambiente, el arquitecto P.Guimón exponía la clara necesidad de formar en la capital bilbaína un Círculo de Bellas Artes, llegándose a acordar la creación de una comisión para cada rama artística: música, escultura, arquitectura, literatura, siendo la de pintura la única no mencionada en la prensa. La convocatoria llegó a suscitar un enorme revuelo entre la población vizcaína, produciéndose en días sucesivos numerosas adhesiones.
Apenas un año más tarde, el 29 de octubre de 1911, un pequeño grupo escindido del primitivo Círculo de Bellas Artes , tras varias reuniones preparatorias en el taller del escultor Quintín de la Torre, acordaría formar una agrupación denominada la Asociación de Artistas Vascos.
El nacimiento de la Asociación de Artistas Vascos (A.A.V.) supuso el acontecimiento de mayor calado en la vida artística bilbaína durante el primer tercio del siglo veinte. En poco tiempo, dicha agrupación se convirtió en el verdadero catalizador del arte moderno vasco dentro del panorama artístico español, situando a Bilbao como una de las tres capitales culturales más activas y vanguardistas dentro de España.
En 1911 los socios fundadores fueron los pintores Alberto Arrúe y Gustavo Maeztu y la primera Junta directiva la componían Quintín de la Torre, Juan Echevarria, Antonio Guezala, Pedro Guimon, Julian Tellaeche, Alberto Arrúe, Angel Larroque y Gustavo de Maeztu . El propio pintor Antonio Guezala dejaba representada en una caricatura la reunión de los artistas sentados en torno a una mesa . El escenario de sus frecuentes veladas era el propio estudio del escultor Quintín de la Torre.
A partir de su puesta en marcha, Echevarria colaboraría activamente dentro de la Asociación con el puesto de vocal, asumiendo un papel de intermediario con sus compañeros , impulsando la presencia del arte vasco dentro del ámbito español. La galeria de la A.A.V estaba situada en el nº 25 de la Gran Vía. Su breve reglamento de apenas 10 artículos proponía que aquellos artistas pertenecientes a la Junta directiva podían reemplazarse cada dos años, o bien podían intercambiarse de cargo entre ellos mismos. Y que los socios no estaban obligados a pagar ninguna cuota, por lo que eran habituales las subastas de cuadros de sus propios miembros a fin de sufragar sus gastos mensuales.
En realidad, la prioridad de la Asociación era lograr una mayor proyección de los artistas renovadores dentro de la sociedad vasca a través de sus exposiciones, conferencias y de distintos actos culturales. Pero además, se propuso mantener relaciones fluidas con otras asociaciones semejantes dentro de España y fuera en el extranjero. Casi en fechas similares, se fundaba en Barcelona la asociación catalana, “Les arts i els artistes”, promotores del arte vanguardista catalán , con la que sostuvieron una buena relación.
En 1912, la A.A.V. mostraba a sus paisanos por primera vez una exhibición colectiva en el local de la Sociedad de la Filarmónica, a la cual Echevarria enviaba tres naturalezas muertas y el retrato de su amigo “Cayetano Cervigón” . Con esta exposición se abría un nuevo horizonte más esperanzador para el desenvolvimiento del arte moderno vasco. Ante este amanecer o resurgimiento de los creadores vascos, el escritor Miguel de Unamuno describía el ambiente en la capital bilbaína, considerado uno de los principales centros de renovación artística en España:
“Allí me encuentro rodeado de pintores, algunos de los cuales son algo más que virtuosos, es decir, que técnicos de su arte, pero sin emoción alguna estética fuera de él.” (…)” En aquel mi Bilbao también viven, además de Losada, el más culto de todos ellos, otros pintores. Larroque, tal vez el más hábil, que pinta cuadros de museo, de esos que al día siguiente de hechos parecen tener siglos; los hermanos Arrúe, cuyas composiciones de escenas del país, no sin punta de humorística caricatura, son deliciosas; Arteta, un muchacho tímido, lleno también de espíritu de raza ; mi excelente amigo Iturrino, alma de niño, pintor fantástico, colorista desenfrenado, que se va a Andalucía a pintar agitanadas mozas, desvestidas más bien que desnudas, y luego se mete de rondón en cualquier salón secesionista de París a meter ruido con sus colores que chillan y danzan, y hacen danzar; Juan Echevarría que se está formando lenta y tozudamente y buscando su fórmula definitiva….. Y allí solemos tener y gozar de sus ingenuidades de conversación , no menos ingenuas que sus ingenuidades de pintura, el gran paisajista franciscano Darío de Regoyos”.
Durante las primeras décadas del siglo veinte, la galería de la Asociación recibió algunos artistas de reconocido prestigio dentro de la vanguardia española como extranjera, como Robert Delaunay y Sonia Delaunay , J.Torres García , J.Sunyer , A. Ferrant , G.Garcia Maroto, D.Vázquez Díaz, R.Barradas e incluso el futurista Marinetti.