8.2 1926 : EXPOSICION EN MADRID. 1927: EXPOSICION EN BUENOS AIRES
A finales de este mismo año, Echevarria se disponía a exponer en el Salón de los Amigos del Arte madrileño. Por esos días, su amigo el pintor Cristóbal Ruiz, quien no andaba sobrado de recursos económicos, con quien había compartido el año anterior la sala en la exposición de los Ibéricos , se encontraba exponiendo en el Museo de arte Moderno . Con la mala fortuna de que la adversa situación climatológica había provocado una escasa asistencia de público . La circunstancia de que ambas salas de exposiciones estaban situadas en el mismo edificio de Bibliotecas y Museos, le llevaría a Echevarria a cederle parte de su turno a su compañero, permitiéndole prorrogar por algunas semanas más su exhibición artística.
El 25 de noviembre de 1926, inauguraba su muestra con treinta y cuatro lienzos entre una nutrida representación de personalidades dentro del ámbito intelectual y artístico madrileño. Aunque , en esta ocasión, no colgaba su obra en solitario , sino que compartía el recinto con su amigo de la Asociación ,Ricardo Arrúe, quien presentaba al público sus bellas cerámicas.
Dentro de su ultima obra, abundaban los floreros y las naturalezas muertas, llamando poderosamente la atención del público el singular óleo de “La mestiza desnuda”, brillante en la ejecución de las tonalidades y exquisita en el decorativismo de la composición . El lienzo, en el que aparecía tumbada una joven nativa oriental sobre un lecho, fue apodada de diversas maneras como “La China” o “La Venus Amarilla, entendiendo su composición como un sincero homenaje al maestro Gauguin. Curiosamente, la actitud de la joven mestiza mirando con cierto descaro al espectador, acompañada de una anciana negra cabizbaja, podía evocar a la “Maja desnuda” de su admirado antecesor Goya o bien a la “Olimpia” de Manet.
Entre los retratos, sobresalía el busto de “José Mª Salaverria” , su amigo cercano , quien al año siguiente se propuso organizarle una exposición individual en Buenos Aires (1927), de cuya expresividad R.Gómez de la Serna, escribía: “Logró el retrato máximo de aquel escritor de alma seria y atónita, echando fuera al mismo tiempo la transferencia del Salaverria al Echevarria. El donostiarra enfrentándose con el guipuzcoano queda en clara balconada con vida señorío.” Con una paleta delicada pintó el busto del niño “Juanito Negrín” , hijo del doctor Juan Negrín, futuro presidente de la República.
Tampoco pasó inadvertido el retrato del periodista “Luis Bello”, personaje popular de la vida social madrileña, pues además de su labor periodística, era conocido por su entregada labor en varias causas a favor de la mejora social, como la promoción de escuelas públicas. Luis Bello alcanzaría tal grado de popularidad, que se le obsequió con una casa situada en el mismo centro de Madrid mediante suscripción pública. Acerca de su semblante, el crítico Manuel Alcántara destacó la fuerte impresión que le había causado: “Tuve casi un susto al encontrarme ante el insospechable retrato de Luis Bello, insospechable porque es difícil ver cargazón espiritual tan enorme y característico como el que ha acumulado Echevarria en esta efigie de nuestro compañero”.
En plena madurez artística, Echevarria reconocido dentro del panorama nacional obtuvo variados comentarios de signo contrario , aunque se sintió verdaderamente decepcionado por la crítica artística de uno de sus más allegados en su recorrido pictórico, R. Gutierrez Abascal. De alguna manera, se ponía en evidencia el progresivo distanciamiento que habían mantenido durante el último año. Pero además, coincidía la circunstancia de que el crítico bilbaíno no pudo contemplar la muestra debido a la lenta recuperación de una fractura en la pierna que sufría desde hacía algunos meses, algo que no le impidió publicar su habitual crítica pictórica en el periódico “La Voz”. Esta vez su comentario estaba escrito en un tono bastante más desdeñoso hacia su obra que los anteriormente publicados, consideraba que a pesar de que de sus manos habían salido algunas de las mejores naturalezas muertas y algún retrato dentro de la pintura española contemporánea , “es un pintor con grandes limitaciones”: “A pesar de sus limitaciones – pobreza de inventiva plástica y de temas, premiosidad y a veces jadeo – es una de las auténticas, refinadas y lujosas – en el buen sentido de la palabra – que hoy se realizan en España. Un pintor con grandes limitaciones, pero maestro en lo suyo”.
En respuesta, bastante dolido por su contradictoria apreciación, Echevarria decidía contestar a su amigo a través de una carta abierta publicada en la prensa madrileña. Con su característica ironía, le venía a reprochar al crítico que , además de no haber visto la exposición por causa de su lenta recuperación, tampoco había visitado su estudio desde hacía más de un año, lo que ponía en cuestión el conocimiento de buena parte de los cuadros expuestos:
“Volviendo a su crítica…, los únicos reparos que yo pondría, es el pequeño pecado de ligereza, que consiste en no haber hecho salvedad, a mi juicio elemental, de los veinte y dos cuadros – sobre treinta cuatro que hay expuestos – que Ud. no conoce, y entre los cuales se da la casualidad que figuren aquellos en que más esfuerzo he puesto (entre ellos un cuadro de desnudo). En fin, encuentro un poco extraño – dado el espíritu de rectitud y de perspicacia a un tiempo de que le he creído siempre animado – que haya usted recalcado tan ostensiblemente lo de mis “grandes limitaciones”, y no porque no crea yo en ellas, como más arriba tengo dicho; ¿pero no le parece que los espíritus suspicaces que hace unos tres años leyeron sus alabanzas sin reservas sobre la misma obra podrían imaginar acaso un cambio de frente en su actitud, y lo que aun sería peor, atribuirlo a móviles mezquinos? “.
En pronta contestación a su carta, R, Gutierrez Abascal, le confesó sentirse molesto, ya que su intención había sido sólo la de valorar su obra globalmente y no esperaba que su pintura hubiera cambiado mucho desde su última estancia en su estudio: “sigo siendo – a pesar de mis esfuerzos por aumentar el número – uno de los pocos españoles que creen que el Sr. Echevarria es uno de nuestros mejores pintores contemporáneos, a pesar, vuelvo a repetirlo, de sus grandes limitaciones”.
En realidad, el crítico vasco no fue el único que en esta ocasión tuvo unas palabras duras, sino que el pintor G. García Maroto , quien se había mostrado favorable a su pintura, ahora, debido a su afinidad a la corriente postcubista tan de moda en la década de los años veinte, le llevaría a manifestarse acerca de su obra: “Gamas delicadas, nobilísimamente delicadas, sin comparación en finura a las que enriquecen las obras de los artistas españoles de nacional renombre….Bien. No basta, sin embargo con esto, cuando se trata de un artista que ha previsto la posibilidad autentica de enlazarse en una relativa igualdad con los grandes artistas del mundo.” ( …..) “Arabesco sabido, sin misterios, sin ritmos de cautivadora originalidad. Dependencia escrupulosa al tema. Incapacidad manifiesta para la transposición viva, para la asociación original de elementos diversos. Un vivir sometido, dependiente a un grupo restringido de aspectos concretos del mundo de las formas. Y un desentenderse sintomático del mundo de hoy, del matiz particularísimo del arte de hoy”.
En cambio, no todos los críticos coincidieron en este diagnóstico frente al artista vasco, de hecho Antonio de Lezama salía en su defensa poniendo en cuestión las últimas manifestaciones llevadas a cabo por el mismo Gutierrez Abascal alegando que encerraban un evidente contrasentido, de ahí que concluyera su artículo diciendo:“ Pero ahora caigo ¿ por qué me he de preocupar de una opinión particular que aun siendo valiosísima tiene muchas tan prestigiosas en contra?. Que un señor dice que Echevarria tiene pobreza inventiva plástica y temática, premiosidad y aun jadeo y grandes limitaciones, bueno. En cambio, otros críticos y aun el mismo más sereno de espíritu y despreocupado en otras ocasiones , ha dicho que tiene riqueza de motivos, caudal de técnica, facilidad de ejecución, fineza en la obra pictórica y horizontes tan amplios, tan ilimitados como su talento y su amor al arte”.
En realidad, no fue considerado nunca un pintor de “moda”, quizá porque estar a la moda conllevaba contentar a muchos. De hecho, su independencia conquistada a través de los años dentro de su aislado modo de trabajar no había contribuido demasiado, ni a fomentar amiguismos en su relación con los artistas, ni a su proyección social dentro del público generalizado. De ahí que solo sus verdaderos amigos artistas y algunos críticos de arte e intelectuales captasen su extraordinario talento y su sensibilidad artística. En este sentido, el periodista E. Giménez Caballero , al visitar dicha exposición aludía a la situación de soledad en la que se encontraba el propio Echevarria frente a una sociedad poco cultivada, que no alcanzaba a valorar sus conquistas pictóricas dentro de sus largas horas solitarias de dedicación absoluta al arte:
“Pero Ud. es único, Echevarria, frente a los demás. Usted es único en presentarse sin que le llamen, sin que el sacerdote le haya recomendado a los clientes… lo cual indica o que ha errado Ud. la tribu o que la tribu es rudimentaria aun para esos encargos… La tribu por ahora, si se gasta dinero no se lo gasta en arte. Y si se lo gasta, se lo gasta en un arte a su medida. Y usted no es a su medida aun, querido Echevarria, … Para retratos tiene a Kaulak, a Sotomayor, a Benedito… ¿Cómo quiere que acuda a Ud., con esa acritud de verdes y morados que impregna en las fisonomías? Para cuadros de género, prefieren la fuerza, lo bronco, lo acusado. Ahí está Zuloaga, gran macho de la españolidad; Romero de Torres, garañón de la fiebre amarilla cordobesa…
Pero Ud., con esa delicadeza casi femenina, de telas, frutas y flores; usted con ese vasquismo alegre y claro, que hace pensar en Flandes, en el Flandes de las vivas naturalezas muertas… usted… Pero a usted ¿ quién le ha mandado colgar sus colgaduras de oro nuevo sobre la harpillera de la tribu?”.
Con motivo de esta muestra, el pintor Vázquez Díaz le hacía un dibujo de su busto publicado en “La Gaceta Literaria” . Y la escritora, M.Nelken, era solicitada por la Asociación de estudiantes de Magisterio, a fin de dar una conferencia acerca de su obra en el mismo Salón de los Amigos del Arte.
A finales del año 1926, Echevarria fue invitado, por la Sociedad de los Amigos del Arte para ofrecer una conferencia bajo el título “Algunas consideraciones sobre la pintura moderna”. Su disertación trataría del desarrollo del arte mundial desde las últimas décadas del siglo XIX hasta los comienzos del nuevo siglo veinte, distinguiendo algunas de las figuras más determinantes en la historia del arte contemporáneo. Así pues, establecía un símil acerca el arte, como si de un paciente enfermo se tratara, concluyendo su conferencia con los males que podían rodear al porvenir del arte contemporáneo europeo.
Apenas transcurrido un año, su amigo José Mª Salaverria se propuso organizarle una exposición individual en la conocida Galería Witcomb de Buenos Aires . El gran auge económico experimentado por la capital argentina contribuyó a un progresivo acercamiento de lazos culturales con España, siendo cada vez más frecuente la colaboración de conocidos literatos españoles en su prensa periódica. Con la ausencia del propio Echevarria se inauguró en octubre de 1927 su exposición en la capital bonarense con 38 lienzos, la mayoría de los cuales provenían de su reciente muestra en el Salón de los Amigos del Arte madrileño. El catálogo estaba acompañado además con algunos extractos de textos escritos por Valle-Inclán, Juan de la Encina, A. Espina y el propio Salaverria. En la prensa argentina obtuvo una buena acogida, llegándose a publicar diversas reseñas en “El Diario Español”, “La Nación”, “La Prensa” e incluso en la revista “Síntesis”.
Aunque no había expuesto con anterioridad en Buenos Aires, el público argentino ya había tenido la oportunidad de adentrarse en su obra pictórica a través de un interesante artículo de la mano de Luis Araquistaín, escrito unos cuantos años (1923), ilustrado con un retrato de Valle-Inclán y otro de Baroja. En adelante, solo llegó a colgar su pintura en alguna exhibición colectiva convocada por la Asociación de Artistas Vascos y en otras exposiciones españolas con proyección internacional.
En septiembre de 1927 Echevarria participaría como invitado en el prólogo de la película “Al Hollywood madrileño” dirigida por el arquitecto Nemesio Sobrevila en los estudios de Madrid Film. Una singular proyección en la que el propio Sobrevila asumía todo el diseño de los decorados , muebles , la iluminación de las tomas, aportando un tono de innovación y calidad extraordinaria para la época. El film contenía siete guiones distintos con la destacada actuación de un personaje que no era actor, el escritor vasco Estanislao Aguirre. Sin duda, el cine supuso una revolución dentro del mundo del arte, algo que Echevarria supo valorar escribiendo acerca de la importancia a este emergente medio de expresión artística. Por entonces, algunas novelas de su amigo Pio Baroja eran llevadas al cine. llegaría a colaborar en la adaptación al cine de una de sus novelas,” Zalacain el aventurero”, película por la que incluso se interesó la empresa norteamericana Metro Goldwyn Mayer, distribuyéndola a nivel mundial.